The Inner Room
It is mine--the little chamber,
Mine alone.
I had it from my forbears
Years agone.
Yet within its walls I see
A most motley company,
And they one and all claim me
As their own.
There's one who is a soldier
Bluff and keen;
Single-minded, heavy-fisted,
Rude of mien.
He would gain a purse or stake it,
He would win a heart or break it,
He would give a life or take it,
Conscience-clean.
And near him is a priest
Still schism-whole;
He loves the censer-reek
And organ-roll.
He has leanings to the mystic,
Sacramental, eucharistic;
And dim yearnings altruistic
Thrill his soul.
There's another who with doubts
Is overcast;
I think him younger brother
To the last.
Walking wary stride by stride,
Peering forwards anxious-eyed,
Since he learned to doubt his guide
In the past.
And 'mid them all, alert,
But somewhat cowed,
There sits a stark-faced fellow,
Beetle-browed,
Whose black soul shrinks away
From a lawyer-ridden day,
And has thoughts he dare not say
Half avowed.
There are others who are sitting,
Grim as doom,
In the dim ill-boding shadow
Of my room.
Darkling figures, stern or quaint,
Now a savage, now a saint,
Showing fitfully and faint
Through the gloom.
And those shadows are so dense,
There may be
Many--very many--more
Than I see.
They are sitting day and night
Soldier, rogue, and anchorite;
And they wrangle and they fight
Over me.
If the stark-faced fellow win,
All is o'er!
If the priest should gain his will
I doubt no more!
But if each shall have his day,
I shall swing and I shall sway
In the same old weary way
As before.---
Es mía—la pequeña habitación,
Únicamente
mía.
La obtuve de mis antepasados
Hace años.
Pero entre estas paredes puedo ver
Toda una variopinta compañía,
Y unos y otros me declaran
Suyo.
Hay uno que es un soldado
Fanfarrón y apasionado,
Resuelto, con puño fuerte
Y de
apariencia grosera
Dispuesto a obtener un premio o apostarlo,
Dispuesto a ganar un corazón o quebrantarlo,
Dispuesto a entregar una vida o a quitarla
Con
la conciencia limpia.
Y junto a él hay un párroco
Aún intacto tras el cisma,
Que ama el hediondo incensario
Y el balanceo del
órgano.
Tiene inclinaciones místicas,
Sacramentales y eucarísticas
Y un leve anhelo altruista,
Le da emoción a su espíritu.
También hay otro perdido,
Ahogado en un mar de
dudas,
A quien creo hermano menor
Del último mencionado.
Caminando, zancada a zancada, a tientas,
Mirando hacia adelante con sus ojos ansiosos,
Pues aprendió a dudar de su consejero
En
el pasado.
Y en medio de todos ellos, alerta
Pero ligeramente retraído,
Está sentado un muchacho de rostro descarnado,
con frente de escarabajo,
Cuyo espíritu oscuro se desvanece,
Lejos de una jornada llena de abogados
Y tiene pensamientos que a confesar no se atreve,
A medias reconocidos.
Hay otros que están sentados
Sombríos
como la muerte,
En la tenue oscuridad que el mal presagia,
En la sombra de mi
cuarto.
Figuras oscuras, severas o agradables,
Ahora un salvaje, ahora un santo,
Pálidas e irregulares
Se
muestran en la penumbra.
Y esas sombras son tan densas,
Que
puede que haya muchas
-Muchas más-
De las que puedo ver.
Día y noche están sentados
Canalla, anacoreta y soldado,
Y discuten y se pelean
Por
mí.
¡Si vence el muchacho del rostro descarnado
Ya se terminó todo!
¡Si gana el párroco no dudaré
más de su voluntad!
Pero si cada uno ha de tener su día,
Yo he de mecerme y balancearme
De la misma vieja y tediosa manera,
Como
antes.--
Traducción: Jorge S.