miércoles, 26 de diciembre de 2018

"Ayer" de Agota Kristof

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A través de las referencias del libro que comenté en la entrada anterior, llegué a conocer a esta autora húngara, gracias a la cual amplío mi conocimiento de la literatura europea, que siempre ha estado casi limitado a España y los países anglosajones.

Forzada a los veintiún años a huir por la amenaza de la ocupación soviética, Agota vivió el resto de sus días en Suiza, donde escribió en francés con un sorprendente manejo de la que fue su segunda lengua. Con un tinte autobiográfico, demuestra la idea de que, sin importar si se es más o menos alegre en el día a día, la gran literatura la forman a menudo los temas que atormentan a los autores.

En Ayer está muy presente el tema del exilio, el desarraigo y la discriminación en un país cuyo nombre desconocemos. El protagonista, Tobías, que ha cambiado su nombre a Sandor, huye de un oscuro pasado para sumergirse en la rutina de un trabajo en una fábrica, que compagina con servicios de traducción para algunos de los compatriotas que viven en el mismo barrio. 

Obsesionado con el primer amor de la infancia, Lina, que es también en cierto modo una idealización, espera su llegada mientras pasa el tiempo acostándose con Yolanda, una mujer a quien en realidad no ama. De repente, Carolina aparece, casada y con una hija, sin conocer el pasado que ambos  tienen en común.Sandor cree que su madre, una prostituta en su país natal, y su padre, un campesino, están muertos, pero las cosas no siempre son lo que parecen. La anomia moral se enfrenta a los deseos más humanos, más nobles, los sueños y las ilusiones más difíciles de cumplir, que junto con la entrega al proyecto de vida más realista y más estabilizador pero a la vez más frustrante forman la cara y la cruz de la existencia. Incluso la idea del "extranjero" como algo no literal, una metáfora de la condición de todas las personas, me recuerda al libro del mismo nombre de Albert Camus.

Cuando una obra te encoge el corazón de la manera en que lo hace esta, cuando es capaz de crearte una sensación de frío interior e intranquilidad a la vez que da paso a la ternura sin caer en sentimentalismos baratos, y lo hace con frases cortas, una enorme capacidad poética y a la vez un estilo tan conciso, sabes que estás ante una auténtica obra maestra. Aun retratando una realidad muy dura y que no pasa desapercibida, recomiendo encarecidamente su lectura, ya que ahí es donde reside su grandeza.

martes, 4 de diciembre de 2018

"Cicatriz" de Sara Mesa


"Echar de menos un instante es echar de menos a aquel que éramos entonces."


Sonia, una joven becaria que vive con su madre y su hermano, cuidando de su abuela y sin dinero, conoce en un foro literario de internet a un chico que escribe con el nombre de Knut Hamsun.

Tras una reunión de los usuarios en Cárdenas, a la que el muchacho no ha asistido, él le empieza a escribir correos; lo que comienza como una manera de pasar el rato y debatir sobre literatura termina con envíos masivos de libros robados por parte de Knut, y más adelante de lencería y ropa que también sustrae de centros comerciales, en un intento desesperado de entrega a la mujer a la que parecer venerar y sobre la que intenta ejercer poder e influencia a partes iguales. 

El carácter estrafalario del chico, que no trabaja y pasa el tiempo leyendo, tratando de convencer a Sonia de que se dedique a escribir en lugar de llevar una vida convencional, compartiendo sus reflexiones sobre Dios, el sexo, la muerte y el trabajo y robando objetos que le envía por correo, desespera y atrae a la vez a Sonia, una mujer casada con un hombre con el que las cosas no van muy bien. Ella termina proponiéndole un encuentro en Cárdenas, donde vive él.

Mi primer contacto con la escritura de Sara Mesa ha sido a través de esta genial obra, un tortazo en la cara en lo que respecta a la construcción de personajes, tan cercanos al mundo que conocemos de carencias afectivas, obsesiones, actos fallidos y deseos subconscientes, consumismo e incoherencias, lo que nos hace reconocerlos como nuestros a la vez que su carácter impide la simpatía y aprobación moral fácil, la identificación completa con ellos.

Con una escritura de trazos gruesos, con breves y solo ocasionales alusiones a autores como Proust, Dostoievski y algunos otros de varias nacionalidades, sin desgranar lo que decían ni resultar pedante,  y con una narración fácil de seguir pero con saltos hacia adelante y atrás en el tiempo, Mesa consigue atrapar al lector e introducirlo en un ambiente claustrofóbico en el que la tensión va en aumento.

La curiosidad, el amor, la ternura y el odio son, en ocasiones, primos hermanos. Pero, como dice Knut, citando a Tolstoi, “cuando quieras vengarte de alguien, piensa que un día fue un niño, y que un día habrá de morir”.