Solo anhelo un remanso de espirales,
un horizonte que empuje olas idénticas.
Pero la irregularidad del mar me corta,
me atenazan sus canales tan corrientes.
Bajo las piedras bañadas por la espuma
nadé tras la esperanza escondida por Pandora,
quise hallar en las algas el mandato de las ninfas,
y solo sé de hojas que me cubren el ombligo
frente a la furia del cosmos que me embiste.
Por eso nos bebemos el afecto
de copas que tan solo encierran brisas,
adoramos la piel cristalizada por el
ciclo que nos dobla la espalda, que nos
obliga siempre a naufragar en el puerto,
para escapar de anémonas hacia el
lecho de rizos de este mar sin medida.
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