Sonia, una joven becaria que vive con su madre y su hermano,
cuidando de su abuela y sin dinero, conoce en un foro literario de
internet a un chico que escribe con el nombre de Knut Hamsun.
Tras una reunión de los
usuarios en Cárdenas, a la que el muchacho no ha asistido, él le empieza a
escribir correos; lo que comienza como una manera de pasar el rato y debatir
sobre literatura termina con envíos masivos de libros robados por parte de Knut,
y más adelante de lencería y ropa que también sustrae de centros comerciales,
en un intento desesperado de entrega a la mujer a la que parecer venerar y
sobre la que intenta ejercer poder e influencia a partes iguales.
El carácter estrafalario del
chico, que no trabaja y pasa el tiempo leyendo, tratando de convencer a Sonia
de que se dedique a escribir en lugar de llevar una vida convencional,
compartiendo sus reflexiones sobre Dios, el sexo, la muerte y el trabajo y
robando objetos que le envía por correo, desespera y atrae a la vez a Sonia,
una mujer casada con un hombre con el que las cosas no van muy bien. Ella
termina proponiéndole un encuentro en Cárdenas, donde vive él.
Mi primer contacto con la
escritura de Sara Mesa ha sido a través de esta genial obra, un tortazo en la
cara en lo que respecta a la construcción de personajes, tan cercanos al mundo
que conocemos de carencias afectivas, obsesiones, actos fallidos y deseos
subconscientes, consumismo e incoherencias, lo que nos hace reconocerlos como
nuestros a la vez que su carácter impide la simpatía y aprobación moral fácil, la identificación completa con ellos.
Con una escritura de trazos gruesos, con breves y solo ocasionales
alusiones a autores como Proust, Dostoievski y algunos otros de varias
nacionalidades, sin desgranar lo que decían ni resultar pedante, y con una narración fácil de seguir pero con
saltos hacia adelante y atrás en el tiempo, Mesa consigue atrapar al lector e
introducirlo en un ambiente claustrofóbico en el que la tensión va en
aumento.
La curiosidad, el amor, la ternura y el odio son, en ocasiones,
primos hermanos. Pero, como dice Knut, citando a Tolstoi, “cuando quieras vengarte de alguien, piensa
que un día fue un niño, y que un día habrá de morir”.
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