LA CUERDA QUE FALTA
La voz sería profeta de la
dicha, la ansiedad y el pesar, con sus primarios tres colores.
Si algo pudiera salvarse de
nuestra realidad, quedarían estos regalos, dados a sus corporaciones por el
director de una sinfonía de altura, que maneja nuestra música como una cometa. Ojalá
las palabras, cortadas de la cuerda que
rompe el absoluto silencio, persistieran, despidiendo a su maestro el áspero
papel. La roja tinta rugiente, la cuerda trémula, fingirían ser arquitectos de
un mundo ilógico, creando ropa tendida en forma de lamentos fonológicos. ¡Oh,
el habla, una bandada, letras y un visón de oración, intentando comprimir este
dolor! Una sección entera del cielo en bancarrota y no más odio, penitencia ni superstición.
Tres colores, dos cuerdas vocales y un grito universal.
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