El primer poema que escribí, exceptuando unos pocos de la infancia:
EL SENDERO
Anhelos
y quimeras
existen,
solo en el aire efímero
que
inhalamos, esperas
interrumpir
inviernos
acaso,
surcando con tu velero
luminoso,
lejano
con un
valor primitivo, adviertes
el
brillo ya gastado,
el
duende que pendiente
de un
alambre de espinas va agotado.
Por una
senda diáfana,
riscos
infames, el señuelo del
tiempo
serio, la rama,
la
esencia que en aquel
queda
opaca, te parecen no ser
más que
sombras lejanas;
pero
entonces te aferras al presente
de la
noche turbada;
palabras
de tu frente
te
hacen saber impar y diferente.
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