jueves, 18 de abril de 2013

EL ROSTRO DE LA CODICIA


EL ROSTRO DE LA CODICIA

Nunca pensó que fuera a ser tan especial.

Él, que solamente en ocasiones
provocó la fiesta del agua y el jabón,
que alternaba con los pozos
donde las almas sucias no hacen pie.

Rozó la cuerda y una pierna esbelta
que salió a subasta en un hotel de carretera.

Se lo arrancaron de las manos
a un camarero y aburrido,
que sintió escalofríos.

La edad iba arrugando su semblante,
decolorándole  la cima del Olimpo,
donde habitan las banderas,
los guarismos y los templos.

Sus hermanos se divierten en Bruselas.

Compartió cartel con las colillas
que hacían cola en ceniceros llenos,
cuando los tipos duros
hablaban de negocios.

Un día le presentaron
a un cabeza de familia,
que compró a Nancy y a Lucas
y los sacó del paraíso
para llevarlos a las manos de su hija.

Y, desde entonces,
aquel billete de cincuenta,
tan solo ruega,
ahora que ya le pesan las arrugas,
que no comience desde cero su andadura.

5 comentarios:

  1. Es un deleite para los sentidos entrar en tu blog, Jorge, leerte.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Luis. Ya iba tocando renovar el blog. Nos vemos en GB.

    ResponderEliminar
  3. Me alegro, Verónica, de que te guste. Para mí es un placer ser leído :)

    ResponderEliminar
  4. Me uno con mi felicitación a quienes te elogian merecidamente. Y me recompensaré continuando la lectura de tus obras. Un abrazo desde Venezuela. (Estoy a tu disposición por mi blog y twitter, ambos ubicables por el pseudónimo LOBIGUS)

    ResponderEliminar